A simple vista parecen igual a los demás, tienen el camuflaje perfecto. Blancos y relucientes entre todos los otros, jamás te imaginarías que dentro llevan pestilencia y muerte.
Es hasta cuando los rompes que descubrís un hedor que inunda la habitación…. A mí me pasó, cuando empecé a hacer pasteles era de las que mezclaba todos los ingredientes directamente en la batidora. Recuerdo que un viernes, tarde por la noche, la mantequilla ya estaba cremada, el azúcar incorporada, y otros ingredientes ya en la mezcla…. Cuando lo abrí, al momento que veía como caía me daba cuenta que era demasiado tarde, un huevo podrido había arruinado mi pastel. No es necesario decir que tuve que tirar todo, y es que eso es lo que pasa con los huevos podridos – una vez los pones en contacto con otros ingredientes contaminan toda la mezcla.
Y así, pasa en la vida… Tenemos que tener cuidado con las cosas podridas, las que parecen inocentes, pero dentro llevan dolor, tristeza, destrucción y muerte a nuestro corazón. No una muerte física, pero muerte al fin.
A lo que dedicamos nuestra energía, tiempo y fuerza va cambiando nuestro pensamiento y lo que pensamos enmarca como accionamos. Estamos diseñados para dar fruto, para florecer. Cuando dejamos que lo podrido entre, no sólo contaminamos nuestro presente, sino también minamos lo que podemos llegar a ser. La influencia parece tan poca que la dejamos pasar, pensando que en nada nos va a afectar. Pensamos que podemos manejar el bombardeo que recibimos de los medios sin cesar, pero para bien o para mal, lo que vemos, leemos y oímos frecuentemente nuestra mente va a cambiar. No hablo de aislarse de todo, hablo de filtrar, de discernir lo que te están ¨vendiendo¨ y decidir si quieres ¨comprar¨.
Antes de dejar que arruinen toda tu mezcla, abrí los ¨huevos¨ que llegan a tu vida y examina si te conviene, o no, mezclarlos en tu corazón.
«…Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza «. Filipenses 4:8 NTV
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